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Dogville

Autor: Lars Von Trier

Dirección: Fernando Canek

Actuación: Ximena Romo, Sergio Bonilla, Claudia Ramírez, Carmen Delgado, Mercedes Olea, Luis Miguel Lombana, Pablo Perroni, Gerardo González, Rodolfo Arias, Judith Inda, Francisco de la Reguera, Ana Kupfer, Christopher Aguilasocho, Diego Cooper, Francisco Hernández Castelán, Jerónimo Suárez Inda, Alan Tellez y Carlos Fernández.

Pero, ¿por qué?

 

El texto que acompaña la cartelera del teatro Helénico, en su página, dice que: Conmemorando 15 años del filme de Lars von Trier, por primera vez se presenta su versión teatral a nivel mundial en México. Dogville es un pueblo perdido en las faldas de las montañas rocosas de los Estados Unidos. A este lugar que no figura  en los mapas llega una joven fugitiva llamada Grace, en busca de refugio ante un amenazante peligro. La gente del pueblo le ofrece amparo durante dos semanas, tiempo en que ella logra congraciarse con todos mediante trabajo y generosidad. Las cosas cambiarán cuando aparezca la policía y el pueblo empiece a exigirle más y más, llevando su abuso de poder a límites insospechados. 

Hasta ahí ciertamente se puede verificar la anécdota o trama si mira la película referida disponible en internet. Si usted ya la conoce, no espere ver la puesta como representación de aquella, sino dispóngase a disfrutar de una puesta en escena a partir de la propuesta citada. Encontrará, como lo señalan en el boletín para prensa, que se trata de una puesta con recursos mínimos que son, en general, una silla acorde a los personajes, en el caso del niño, su mobiliario es la cuna, así se significan a los siete hijos de esta familia; también vemos una banca en primer plano o cerca del espectador (lado izquierdo) y otra que sale y entra al escenario para representar el espacio de reunión del pueblo dentro de la iglesia.

Sin duda la película resulta innovadora por ser teatralizada, pero llevada a cabo en un teatro frontal o a la italiana, la propuesta presenta sus  altibajos. Por ejemplo, es interesante el convenio con los diferentes espacios y el momento en que rotan para acercar al espectador al espacio final tanto o más cuando rodean el inicio de la peripecia o cambio en la situación, sin embargo la dirección propone el recurso del telón de segunda pierna o de medio escenario que aísla momentos que, tal vez, no sean necesarios, ya que ha mostrado a los actores todo el tiempo sobre el escenario realizando, además de los cambios de mobiliario, el cambio entre el personaje que realizan y la narración de la historia. ¿Para qué separar un par de escenas?

Estos cambios, los que cada actor hace entre su personaje y su narración, son interesantes toda vez que se notan las tablas (experiencia) de Carmen Delgado y Claudia Ramírez, por ejemplo, al interpretar a un personaje definido en la ficción y adoptar una postura como narradoras de esta historia, sin llegar a exageraciones emocionales propias de jóvenes sin mesura que no han sido dirigidos.

Aquí quizá un punto en cuestión: la dirección. Me explico: la música es bella, la propuesta sobre el escenario es interesante (vale mucho que vea esta propuesta), la armonía cromática en el espacio y los vestuarios permiten la atmósfera de este pueblo norteamericano de doble moral, sin embargo el personaje principal cuyo peso es filosófico, parece no estar de la misma manera que no están los personajes de soporte interpretados por actores con menos trayectoria. El trabajo actoral que luce, como el de Sergio Bonilla, aunque sus escenas están de espaldas, logran la atención del público y soportan el ritmo de la obra, cuando lo vemos presenta expresión y se torna interesante al momento de transición ya que deja ver un personaje completo, contenido o mesurado, marca la diferencia abismal con un trabajo -de los que le llaman ahora de "contención"- que dejan al actor interprete en una lectura plana o a la italiana. Sin personaje principal, los demás carecen de razón de ser y esto es responsabilidad del director.

Sin embargo, amable lector, insisto en que es prudente que la vea porque he de confesar que no ví a ninguna persona dormida, aunque sí uno por fila con el celular tan molesto para todos. Los comentarios que se pueden escuchar en el baño, pasillos y en la fila para recoger el vehículo, reiteran frases como "está buena, pero..." Seguramente se debe a que la obra mantiene el ritmo (lento) con la intensionalidad que sí recibe el público y lo obliga a estar atento. Considero que la ausencia del personaje principal con una carga ideológica, que no se ve ni se desarrolla, al no tener las transiciones necesarias, favorecen una interpretación plana, que no contenida ni mesurada y que sí se mantiene en los demás actores, aunque se vayan a la exageración los más jóvenes. El niño está marcadito, por decirlo en pocas palabras, pero se comprende al tratarse de un menor que, de seguir en el escenario, logrará interpretaciones como las de Sergio Bonilla, Claudia Ramírez, Carmen Delgado, Mercedes Olea o Rodolfo Árias, quienes construyen a sus personajes con pequeños acentos corporales y vocales para el deleite del espectador sin romperlos cuando no están al frente. Recuerde que en casi toda la obra están sobre el escenario y se nota cuando rompen con sus personajes (el de la obra o el narrador); recuérdese también que está sobre la escena una disertación filosófica entre el bien y el mal a partir del estoicismo o renuncia de lo material - externo. Debe verla para comentar su experiencia. Ella, la gracia, el personaje principal, Grace, está convencida del bien, del camino "bueno" que quiere en su vida y es por esa infinita bondad que ejerce que permite abusos. Su proceder no es indiferente sino por convicción.

Espero que estas letras no causes molestia, pero hay algo que no está bien y sigo creyendo que es la dirección particular en relación al tratamiento del personaje principal. Algo ocurre en conjunto que a los actores se les olvida el texto (eso sí, a todos) haciéndolo evidente tanto al corregir como al tartamudear en repetidas ocasiones. ¿O dirán que eso es preciso el toque de realismo americano representado en el ritmo y el tono propios de la lectura teatral? (Así dice el boletín de prensa y al ver la obra me pregunté si lo que veo como error es parte de la propuesta, y me pregunto también si usted está dispuesto a pagar por este tipo de propuestas).

Para terminar, insisto en que es importante ver la construcción de Dogville en el teatro Helénio no sólo por la producción de Cortejo Producciones que se arriesga con un estreno mundial en nuestra CDMX, sin dejar de mencionar la dramaturgia del traductor y adaptador Miguel Cane cuyo trabajo, dicho por él en la fila de la taquilla, le llevó cinco años, sino porque el trabajo en conjunto le ofrece una reflexión sobre posturas éticas -(filosóficas como el estoicismo) en una sociedad que bien podría ser la nuestra- en una sociedad de doble moral, entonces, tal vez, usted como yo se pregunte la causa que lleva a un ser humano a la ausencia del sentido de humanidad y opte por la indiferencia social o al  abuso de su condición única y perjudicial. Acuda y  pregúntese por la bondad y el perdón en su vida cotidiana. Disfrute el trabajo de los actores en escena y sea testigo de cómo una dirección puede autosabotearse. Esperemos que la presentes líneas aporten a la atención del mejor manejo en escena para que luzca el trabajo de Ximena Romo a fin de que la audiencia tome una postura sin el preludio, "pero ¿por qué?" y logre este trabajo, aportar a la construcción de una ciudadanía sin doble moral.

Alma Torices

teatrista 

Funciones: Lunes 20hrs., hasta el 10 de diciembre de 2018

Teatro: Centro Cultural Helénico, Avenida Revolución 1500, colonia Guadalupe Inn, cerca metro Barranca del muerto y metrobún Altavista

Localidad: $350°° y $250°°

Duración: 130 minutos.

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