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El viaje de los cantores

Autor: Hugo Salcedo

Director: J. Concepción Macías

Actuación: Luordes Delgadillo, Marisol Paredes, Erika Cortés Rico, Caro Villalobos, Ilse Belinda, Patricia Saga, Paola López, Tania Grajeda, Julio Cervantes, Arturo Esquivel, Octavio Velasco, Ángel Mejía, Diego Macías, José Claro Padilla, Eduardo Gómez, Cuitlahuac González, Gerardo Urry, López Ochoa “Lobo” y Luis Antonio López “Bodoque”

Clases a domicilio

 

Han pasado ya treinta años desde aquel día en que hallaron un vagón de tren con personas muertas. No se supo si el pollero dejó a los indocumentados que querían pasar o si la migra los topo y ahí los dejó, pero si se documentó, con video, la llegada de los cadáveres al municipio de Pabellón de Arteaga. Imágenes por demás dolorosas porque son vigentes. Hace treinta años era un vagón, hoy hasta nombre genérico tiene “La Bestia” esa donde mueren personas por, de modo general también, dos vertientes, una el jodido sistema de gobierno que hace miserables a los pobres y ojetes a los ricos (dispense el lenguaje, mas no hallo otro calificativo ni es la intensión apocopar la situación) y la otra, la idea sembrada en la mente de algunos del “sueño americano”, imán de engaño hacia la muerte más evidente y socorrida cada vez más…

El viaje de los cantores narra, entre ficción y la escenificación del relato del único sobreviviente, la historia –vigente- de los inmigrantes mayormente de las comunidades de Aguascalientes que al irse de su tierra, dejan al pueblo convertido en “fantasma” plagado de mujeres solas, tristes y vulnerables. Hoy la situación es más compleja porque se agrega el factor “narco”, pero de ello no se habla en la puesta en tanto que se centra en los hechos del 87. Lo cierto es que si usted la ve, puede documentarse o seguir la creciente de la problemática con los inmigrantes, sus sueños y sus vivencias en esos andares.

Al fondo, el escenario del teatro El Milagro, se reviste con el vagón del tren, una reproducción del que aparece en las fotografías que le proyectan en algunos momentos de la puesta en escena; puertas corredizas que lo transportan a la recreación de lo que ocurrió y que se nutre del entorno. La gente del pueblo, la gente común que de modo alguno está relacionada con los migrantes y con los polleros, con los contactos y con las cantinas que se llenan hasta que se van, pero siempre llegan otros. El centro del escenario vacío permite que las escenas fluyan; nueve sillas de cada lado permiten que los actores realicen todos los cambios en escena, frente a público y sin robar la atención mientras la escena ocurre al centro. En la pared, sobre las sillas, están los sombreros; en el piso, tapando las cajas de madera y delimitando el proscenio, los rebosos de ellas. Un teléfono público sirve para dar una posible explicación menos inhumana de los hechos. Debe verla y preguntarse ¿a qué se debe la atracción por ese “otro lado” si ya se sabe cómo es? ¿Será que los programas de tele y las películas nos han dado clases a domicilio?

 

La puesta en escena es parte del homenaje que se realiza a los caídos en ese entonces e incita a la conciencia de los hechos que se siguen repitiendo, más crueles, complejos y con las mismas causas. La melancolía está presente porque el dolor de las pérdidas es vigente. Mujeres que paren hijos para que se vayan, una aparente prosperidad hasta que dejan de venir. Inmigrantes que se van y vuelven a la fiesta patronal, que ponen “la pólvora”, como dicen allá, y se regresan porque están mejor, porque la idea de “más vale sirviente de allá que de acá” pesa en la vida cotidiana. Fuera del vagón está el antes, el durante y el después de los hechos. La narrativa le permite hilar lo ocurrido partiendo de un ambiente triste. Usted llega y no hay luz; lámparas sordas lo acompañan hasta su butaca; destellos lo sorprenden y usted descubre una bola de cuerpos en el escenario hasta que la luz, suave y cálida, los hace claramente visibles.

Una mesa, una banca, el teléfono de calle y las sillas son la escenografía que enmarca la puesta en escena, los rebozos, sombreros, cajas, una guitarra, un bastón, un… elementos mínimos para seguir la ficción que se hace ágil, ligera en los cambios de escena y que concentran su atención hasta llevarlo a la fusión de la ficción, el canto y la realidad. El texto propone una posibilidad del sermón dado aquél día, el canto vigoroso cobra otro significado y el video proyectado sobre el vagón lo dejan satisfecho del buen teatro que se hace en el interior del país. Son diez y nueve actores en escena (ocho mujeres) que cantan, mantienen el ritmo y se comprometen con la historia que es de ellos también.

El vestuario es común y contemporáneo, los sombreros han sido gorras en escena; el deseo de ser ciudadano americano aflora cada vez. ¿Sabía usted que para que le convenga al pollero, deben ser diez incautos e ir sin más que lo que llevan puesto? Verdad o ficción, usted puede informarse o confirmar, dudar o sospechar, sin embargo desde aquí se afirma que cuando vea las imágenes, hechos reales, mirará la escena de otro modo.

“Cristo ha muerto asfixiado en un vagón”, dice el personaje del sacerdote que oficia ante los cuerpos y las mujeres que se lamentan, “pobres de nosotras, tan solas y tan viejas”. Así las comunidades que enmarcan el paso del tren, regiones como Peñuelas, Chicalote, Ojo Caliente, San Francisco de los Romo o San Pancho como lo conocen allá, Rincón de Romos o el mismo Pabellón de Arteaga, lugar que aparece en los videos y de donde son oriundos algunos de los actores.

Acuda al teatro El Milagro este fin de semana y aproveche una de las tres funciones que quedan, en este fin de semana, único y último porque con esta puesta termina el “Ciclo de Teatro de los Estados 2018”, así que no deje pasar esta oportunidad de ver el buen teatro del interior del país en la comodidad de la CDMX. El viaje de los cantores viene desde Aguascalientes con amables actores que cuentan lo que no se ve en la obra, pero está ahí como lo son Arturo Esquivel y Gerardo Urry, quienes aportaron los datos que aquí se leen.

Para terminar, agradecer el apoyo brindado por el Teatro El Milagro, con sus sin par mojitos de cortesía en los estrenos, la atención amable en la barra para café o lo que guste y, particularmente, a Ramiro Galeana, responsable de las relaciones públicas, por las facilidades otorgadas para la realización de la presente nota.

Alma Torices

teatrista

Funciones: Sábado 24, 13 y 19hrs., domingo 25 de febrero de 2018, 13 y 18hrs.

Teatro: El Milagro, Calle Milán 24, Colonia Juárez, entre Lucerna y General Primm, metrobús Hamburgo, metro Cuauhtémoc, cerca Reforma e Insurgentes.

Localidad: $160°° general, 50% en descuentos habituales (maestros, estudiantes, INAPAM)

Duración: 90 minutos

Accesibilidad: Para subir al foro principal del Teatro El Milagro, se requiere ayuda en caso de asistir en silla de ruedas; para subir la escalera que va al foro principal, requiere apoyo que, seguramente, encontrará entre los asistentes o el personal del teatro. Si acude en bicicleta, el teatro cuenta con estacionamiento para ellas dentro de sus instalaciones.

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