...Debe verla porque saldrá con la emoción en piel y eso lo hace sentir vivo, asista.

En busca de actuaciones contenidas, teatrales y profesionales, llegamos a El árbol de la sin par Elena Garro, en La Gruta del Centro Cultural Helénico. La historia referida en el programa de mano no fue lo que se ve, pero eso es lo de menos ya que la experiencia es independiente de lo que se diga de ella, por eso debe acudir, debe ser testigo del hecho escénico pulcro. Ciertamente son dos mujeres de estructuras sociales diferentes y opuestas que convergen en la casa citadina de una. Luisa llega golpeada mientras que Martita parece tener una moral alta, juzga de 'bueno' al marido golpeador y de 'perra' a la misma Luisa.

Entre risas de complicidad y sorpresa transcurre la puesta en escena genialmente llevada por la dirección de Miguel Romero, quien torna el paso de días (así señalado en el programa) en horas marcadas por la iluminación de Brenda Zepeda. La relación entre estas dos mujeres, intensa relación dramática, está marcada, por una parte, por el texto perfectamente dosificado que le ofrece suspenso a tal grado que la risa se torna liberadora de la tensión que vibra en la sala ante sentencias como "cuando el hombre sale bueno, la mujer sale perra", "si le pegó es porque se lo merece" o "¿a dónde va a ir?, si nadie la quiere". Por otra parte, la tensión referida se da por la interpretación gradual de Mahalat Sánchez (Martita) y su fina construcción de la mujer estable, de buena posición y educada. 

Personajes de gran ingenuidad, creen que su visión del mundo es la única y es verdadera: una confiesa haber visto al malo (al charro negro de la tradición mexicana) mientras que la otra: "no pensé que los presos pudieran divertirse". Lo cierto es que entre ellas el juicio de bueno o malo define la paz que hace pasable esta vida. Así, cuando el peso de los pecados abruma, Luisa sale en busca del árbol frondoso que la escuche porque "uno carga con los pecados de los muertos que uno mata" y eso cansa, dice, cuando en la sala la risa se torna angustia por lo que pueda pasar. "Se secó, se secó el árbol" resonará en su cabeza al terminar la función.

Es una relación rojo-blanco percudido, blanco sucio; la pobreza que genera asco y la comodidad que se parece a la cárcel, convergen en el recuerdo presente que se evoca por el deseo de abrir la puerta a una vida entre iguales, sin gente mala que hable de uno porque sí. Recuerde que "no hay que olvidar", pero tampoco "la lengua hay que usarla nada más porque la tenemos". Vidas inimaginables porque "hay cosas que nadie debe saber y nada supieron". Pero ¿cómo ocultar los golpes constantes del "buen marido"?, ¿Cómo soportar infamias? Asista y comparta lo que usted haría en lugar de Luisa. ¿Ha visto al malo?

Disfrute de la delicadeza con que ambas actrices le entregan personajes reales con sus cosmovisiones y ademanes; en suma hora no se distraerá un momento porque la puesta en escena está de tal modo que todo cuadra a la perfección para que usted ame el hecho teatral y quiera regresar.