Ménade

Me das asco

Un matrimonio sólido por los años recibe de visita en su casa a otro pero joven; podría ser una imagen de sí en el tiempo, cuando las mentiras se gestan y la dependencia se amarra entre brindis y chistes que despejan la noche y la vida.

Magistral puesta en escena de un clásico del realismo norteamericano toda vez que las actuaciones presentan a los personajes beodos sin exagerar, sin contener rayando en el absurdo; sin más son personas reales ahí, personas que bailan y se desprecian, se aman y se detestan porque se conocen hasta la médula. Parejas que podrían descuartizarse en una copa más al tiempo en que recuerdan el nombre de una película; se hablan con frases hechas en la literatura, la historia y sus vidas acordadas o recreadas a conveniencia para ocultar el dolor que les produce su pasado juntos. Es que "sacan a pasear el poco ingenio que les queda" cuando solo tratan de avergonzar uno al otro. Pues si usted cree que las mujeres son desconcertantes, debe ver este irónico montaje que muestra en su escenografía los cables de las lámparas en el más puro realismo, mismo que se contrapone con el librero vacío y la alfombra enrollada ¿mudanza inconclusa? Acuda y sea parte de las actuaciones de los grandes maestros de la escena hoy; el trabajo preciso de Laura Almela, Ana Clara Castañón K., Pedro de Tavira Egurrola y Daniel Giménez Cacho lo dejarán más que agradecido y entusiasmado para observar su relación de pareja o de algunas actitudes que bien ha tomado alguna vez con frases como: ya sé que ya te lo dije y que quizá te lo vuelva a repetir una vez más o bien la pérdida del humor como signo del malestar social. ¿Tiene usted sentido del ridículo? ¿Sentido del humor apacible? Antes de ver esta puesta, tal vez nunca a jugado con sus invitados, después de verla puede proponer el juego de humillarse o el de cachar a los invitados. 

Ahora que si quiere observar a la mujer de este sin par matrimonio, escuche con atención el momento en que ella (Laura Almela) dice: llevo los pantalones porque alguien tiene que llevarlos, pero no soy un monstruo. La misma que dice: tú no te puedes reconciliar con nada porque no eres nada. No obstante el rencor entre ellos, las maldiciones y juramentes, hay fraternidad y -podría decir amor dependiente- ya que la esposa afirma convencida que "sólo un hombre me ha hecho feliz: mi marido", aunque bien vale recordar que toda verdad es relativa.