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Obra: Niños Chocolate

Autor: Jaime Chabaud

Director: Alberto Lomnitz

Actuación: Fabrina Melón, Cecilia de los Santos, Marisol Castillo y Ricardo Zárraga

Músicos: Eduardo Castellanos "Lalo Jaranas" y Guillermo Siliceo

Compañía Mulato Teatro y Teatro UNAM

 

Habla de México y los mexicanos

El teatro Sergio Magaña alberga ahora una producción universitaria llena de injusticia social en la lejana África: procesos de producción del chocolate son apenas el pretexto para señalar cómo es que se captan a los empleados que inician con el proceso de elaboración de un producto que jamás han probado menos aún consumido. He dicho “empleados” sin que ello implique la relación laboral de “trabajadores”; son niños que viven de milagro porque son útiles para la cosecha del cacao, son esclavos aunque las leyes internacionales los protejan. Con ello se hace evidente un sistema legal universal que aplica sólo para quienes lo han creado y esos no son ni los niños.

Al ingresar al foro escuchamos música, el acomodo del público es particular dado que nos dividen al entrar entre los que somos espectadores y los que serán parte del apoyo técnico con la iluminación. Nosotros, los espectadores estamos en las butacas, como en cada función, dispuestas tanto en los dos niveles como en la esquina que hace dos frentes para los actores. Ellos, los espectadores que apoyan durante la representación son ubicados en el escenario sobre costales supuestamente con cacao.

A ellos los ponen a separar previo enseñarles qué separan, cómo y dónde se coloca cuál. No obstante que es teatro, que es una representación, estamos ante un hecho de abuso de autoridad y mal trato pues aunque sea un empleo, hay formas más amables que otras. La violencia que expone la puesta en escena está latente desde el inicio y el público entra al juego sin mayor lío. Quizá por tal sea prudente que platique con los menores antes de ingresar al foro. Permítame aclarar que no vemos ni golpes ni sangre y mucho menos la tortura que viven los niños en esas condiciones, pero si lo sabemos en tanto que cuentan que han sido secuestrados o vendidos por sus familiares. ¿Puede mi tío venderme?

Es aquí donde la puesta en escena duele. Duele porque la respuesta es sí, no preciso para las plantaciones de cacao en África, sino para otras actividades aquí, en la ciudad de México.

La puesta en escena es llevada a cabo con fluidez, con la naturalidad de los niños y la frescura de sus sueños, cantan, juegan e intentan escapar. En la ficción una es rescatada por el apoyo de un periodista que tiempo después desaparece; en la realidad esa historia fue real. Tanto el niño, al que remite la historia en voz de una niña, como la hija del periodista asesinado se encontraron en una universidad en América Latina. El derecho de las y los niños a la educación se niega cuando son esclavos o trabajadores al servicio del patrón.

Eso mismo vemos en los vagones del metro, en las esquinas y dentro de las casas cuando la situación económica favorece que se maquile en los hogares y que los niños sean “apoyo” de la economía familiar. Por lo anterior, podemos decir que es una puesta en escena que lleva a la reflexión del sistema económico en que vivimos y que nos invita a ver el proceso de producción de los productos que consumimos. Una vez conscientes de qué y cómo fue elaborado eso que compras, decidirás –informado- si sigues pagando el abuso de poder o te sumas al no consumo de tales productos. ¿Si dejáramos de consumir, se dejaría de producir?

Al fondo del escenario vemos láminas para formar una pared de una habitación. Los músicos están en la planta alta con vestimenta africana, marimbas, percusiones  de mano y de píe. Un gran árbol de cacao cubre a los niños cuando escapan, ahí nos cuentan que podrían morir por la mordida de un cien pies o bien perder uno por el uso del machete (si es que no tienen cuidado, claro, si lo tienen se mantienen vivos y completos en esas condiciones). La escenografía cuanta además de los costales para espectadores, los apilados como parte del ambiente, el árbol y la referencia a la habitación, presenta cinco tarimas de embalaje con las que realizan todos los espacios y juegos en escena. Debajo de ellos hay luz, en unos botes de galón hay luz que queda matizada y provee un ambiente fresco en la noche que crean.

Ante el poder de empresas como Nestlé, el gobierno carece de “gasolina” para cuidar las plantaciones. Me pregunto si los asistentes a este teatro son los mismos que consumen chocolates suizos.

Después de reír, cantar y relajarnos porque el pasado quedó atrás, parece que acaba la función y no. Son los actores los que detienen el aplauso para hacer el énfasis en los “niños chocolate” de la Ciudad y no dicen que más de cien mil niños menores de 14 años trabajan. Salen y ahora sí, ha terminado dejando al espectador ya no en la ficción hermosa, profesional y mágica que acaba de ver, sino en la realidad que enfrenta en su vida cotidiana. ¿Será que cuando quiera un postre, pensará en un buen chocolate? ¿En qué condiciones se cultiva el chocolate en México? ¿Qué ocurre cuando le damos dinero al niño vagonero o compramos una chuchería a los niños en la calle?

Acuda a esta puesta en escena y si no se conmueve tanto como se pone a pensar, me comenta por favor en este medio; sus comentarios son una forma de conocer su percepción en relación al teatro mexicano.

Por último he de señalar que la dramaturgia de Jaime Chabaud está centrada en cuestiones sociales y que los niños o el derecho a la infancia le interesa desde hace años en nuestro país, aunque hoy se asome a países como Burkina Faso, Niger, Mali y Togo. El trabajo actoral lo sorprenderá gratamente porque interpreta a un niño y usted, si no la ha visto antes seguro se queda con la duda, el elenco lo integran tres mujeres y sólo un hombre en el personaje del reportero.

Alma Torices

teatrista

Funciones: sábados y domingos 13hrs., hasta el 16 de junio de 2019.

Teatro: Sergio Magaña, calle Sor Juana Inés de la Cruz 114, colonia Santa María La Ribera, cerca del Metro San Cosme. 

Localidad: $165°° pesos. Descuento del 50% a estudiantes de nivel básico, maestros, personas con discapacidad, trabajadores de gobierno y miembros del INAPAM con credencial vigente. Sujeto a disponibilidad y aplican restricciones.

Accesibilidad: El teatro cuenta con rampas y zona para silla de ruedas aunque el acceso a los sanitarios es por escalera hacia el segundo nivel y ahí imposible entra una silla de ruedas por lo estrecho del marco y de cada uno de los dos servicios sanitarios de mujeres; hay para varones también. Si llega en bicicleta la amarra en el poste o la mete al pasillo interior del teatro. A cuadra y media hay cafés o lugares para comer algo si llega con tiempo.

Duración: 60 minutos.

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