Presentación singular de los actores tomando a sus personajes sobre el escenario. Entre el público, los acomodadores instan al espectador a guardar el celular así como a guardar golosinas y todo aquello que haga ruido; inicia la función que en realidad había iniciado desde antes porque el actor ya está en escena cuando entramos. Es Tréplev. Cada uno de los actores cruza el escenario para quitarse la ropa de ensayo y vestirse dentro de la ficción. En un par de minutos la dirección ha dejado en claro el contraste entre el texto ruso y la propuesta basada en la creación colectiva.

Si el espectador reconoce el texto ruso, podrá reir a carcajada franca en el momento metateatral, es decir, cuando hay teatro dentro del teatro o dicho de otro modo, cuando vemos a los actores representar que son público. Aquí decir que los asientos están numerados, por lo que cada uno ocupa su lugar y seguramente le tocará que se le sienten en la pierna, que pasen a su lado, que los vea entrar o salir del patio de butacas. Si le es posible elegir el asiento, le sugiero el lado izquierdo del patio de butacas.

Recursos como la música y los ambientes sonoros acompañan toda la puesta. El vestuario en blanco y negro con los telones rojos de fondo, crean un contraste que pudiere recordar la mirada del director (es similar lo que ocurre –visualmente- en Noche de reyes, otra puesta suya) a través de la paleta empleada. Matices en el vestuario y acentos en los ambientes producen la totalidad del hecho teatral. Si usted no conoce el texto, se sorprenderá igual y no perderá el discurso: un hombre a los treinta años que vive en la casa materna, seguramente algo le pasa; un hombre amante (que ama) de una joven “pendeja” (así la considera la madre) cuyo amor no logra, otra dama es “la mujer que no quiso”; los personajes que se han definido desde su presentación van tomando forma evidente sobre la escena que se presenta sin intermedios, dinámica.“Las continuas pedradas terminan por aburrir a cualquiera”, dice preciso la madre que se siente aludida; algunos espectadores ríen, se sorprenden en cada momento porque la obra trata intereses comunes: arte, amor, soledad, fracaso y dependencias. Interesante el manejo que propone la dirección acerca de la relación madre-hijo (“ya no te tengo miedo mamá, he fracasado”) así como de la manipulación que una mujer puede hacer a su pareja masculina.