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Producto farmacéutico para imbéciles

Autor: Verónica Brujeiro

Dirección: Angélica Rogel

Actuación: Mario Alberto Monroy, Alonso Íñiguez y Romina Coccio alterna con Carmen Ramos

¿Quién es el imbécil?

 

Singular puesta en escena que reflexiona sobre el arte contemporáneo, mejor dicho, sobre los que dicen qué es arte hoy en día y los que creen hacerlo. Montaje ideal para estudiantes de filosofía, estética, lógica o quienes estén en una materia artística y sean dispuestos al pensamiento reflexivo de su hacer en esta sociedad, sin excluir de modo alguno al llamado público general. Lo anterior es porque abarca un tema que puede no ser tema común, aunque debería ya que el arte es una actividad humana. Ciertamente un artista puede estar en cualquier persona, pero no cualquier acción es considerada como arte ¿o si? ¿Por qué? Porque hay quienes determinan lo que es y no es arte, así como muchas otras cosas en esta vida delimitada por esferas de poder. En esta puesta el artista, el crítico y el comprador son indispensables para confirmar el círculo referido que marca la pauta de lo que recibe el espectador. En lo relativo a teatro, por ejemplo, hay sin fin de "críticos" que ni formación y menos respeto tienen al escribir sobre obras que no ven y solo replican el boletín de prensa como propio, por eso lee lo mismo en cada uno. En fin, Producto farmacéutico para imbéciles lo pondrá al límite de la franja en el piso. 

Mario Alberto Monroy, con el personaje de artista-vigilante o vigilante-artista, nos recibe y define la regla: atrás de la raya. "¿Para qué sirve mirar cuando nada ni nadie nos devuelve la mirada? ¿Qué se mira cuando nadie te mira de vuelta?" En las butacas los espectadores nos preguntamos eso y seguimos atentos toda vez que coincidimos en que el "arte es una labor ardua y del diario". La puesta se torna dual en tanto que las metáforas como "este lugar es el estómago, yo diría que es el intestino grueso" o el material que cae  (arena o aserrín fino) sobre la plataforma acuñada, fina y silenciosa, resultan difíciles de seguir a quien esté fuera de ciertos referentes, por otra parte el fondo blanco y la música ambiental (sonidos que favorecen un trance) enmarcan el discurso de un hombre que nunca ha sido de grandes pensamientos y sin intensión de pasar la línea, dice, pero que la trasgrede al incitar la reflexión y el poder del aplauso. ¿Ha sentido usted la adulación? ¿Sabe qué hacer cuando esté frente a ella? ¿Reaccionará con una caravana?

Genial hallazgo de la dirección (Angélica Rogel) ante un texto propuesto así el hecho de dar 'manitas' de aplausos que integran al espectador en el debate sobre qué o quién hace válido al arte hoy: críticos, creadores o ambos. La audiencia sólo aplaude más y más, como si no tuviera otra función que legitimar con su voto la producción artística, como si el arte no fuera una imagen del espectador. Es que "la idea de arte es peligrosa porque cambia de posición cada vez que se mira", dice el crítico (personaje interpretado por Alonso Íñiguez) quien se sabe "diferente a los demás porque puede apartarse del resto y ver, como si supiera algo". Lo cierto es que el artista sabe que su deseo es ser visto, ser reconocido. Pero ¿qué es lo que hace el arte con nosotros y por nosotros? Averígüelo ahora que aún está en temporada en el Granero del Centro Cultural del Bosque. Será que el arte es un acto de fe, como lo señalan en Producto farmacéutico para imbéciles, pero ¿quienes son los imbéciles? La respuesta la tendrá preciso al final de la obra cuando ya hemos aplaudido, ovacionado al artista y al crítico, uno por crear y otro por dirigirnos la mirada atenta a lo que debemos ver. Lo sabrá cuando haya aplaudido sin para y parado cuando se le indica.

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Lo que le recomiendan es que no escuche al artista hablar sobre su obra porque lo arruina todo y en ello suscribo -en teatro es como leer el boletín de prensa que generalmente no tiene relación con la puesta o la experiencia real en sala-, sin negar que se genera curiosidad por saber qué motivó o qué significa la pieza para el artista. 

Comprenderá cómo el hecho de tallar una figurilla puede marcar la diferencia, del mismo modo que se marca cuando usted asiste a las salas de teatro. Acuda que sin duda reirá hasta que no pueda con la escena referida a la obra "Sala llena de gente dormida" común en un espacio como este, dicen en escena, "sin más que educar y criticar nuestro buen gusto" usted se sentirá aludido y aplaudirá cuando se lo indiquen sin dejar de reír. Recuerde que es "el espectador quien hace la pieza" y que "el arte es una extraña medicina, es un bálsamo para superar la realidad", pero cuando este no dice nada, es un producto para imbéciles que por reiterar el sin sentido cobran existencia.

Fuerte mensaje, así que usted debe asistir a esta puesta para ser parte de la reflexión al tiempo de aprovechar lo que el Centro Cultural del Bosque ofrece aún. Se le garantiza -y avisa- que no podrá dormir en esta puesta porque hasta de pie se pondrá. Aproveche este fin de semana y vea una obra diferente en la que se divertirá porque pensará un poco acerca de qué, a qué y para qué le da usted valor al considerar que algo es o no arte.

Para terminar, agradecer el apoyo de Raúl Medina y el equipo que hace posible la realización de la presente nota.

Alma Torices

teatrista

Funciones: jueves y viernes 20hrs., sábados 19hrs., y domingos 18hrs., hasta el 16 de diciembre de 2018.

Teatro: El Granero Xavier Rojas del Centro Cultural del Bosque

Localidad: $150°° general. Descuentos con credencial vigente (maestro, estudiante, inapam, 75% a trabajadores del INBA o bien lo jueves de teatro $30°° otra forma de tener descuento es llegar en bici a la taquilla y obtener un boleto de $45°°

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