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La maté por un pañuelo

Versión de Otelo de William Shakespeare

Adaptación: Andrea Salmerón y Alfonso Cárcamo

Dirección: Andrea Salmerón Sanginés

Actuación: María Elena Sandoval, Sofía Sylwin, Antonio Vega, Nicolás de Llaca, Leonardo Zamudio, José María Negri, Carlos Álvarez, Daniela Arroio, Erwin Veitia, Emma Sofía Peraza y Juan Cabello

Mientras escuche tu aliento

Puesta actualizada y a la mexicana, se luce de inicio a fin con la naturalización de la violencia. El escenario se delimita por páneles con persianas que filtran la luz, bloquean la mirada y permiten un asomo a lo cotidiano. 

Si bien la historia sabida del personaje de Otelo quien asesina a su mujer a causa de los celos sembrados con paciencia por Iago se mantiene aquí, hay presencia de este momento histórico no sólo en las intervenciones locales misóginas y clasistas, sino a través de la presencia del discurso en voz del personaje de Emilia (María Elena Sandoval) quien de frente al público, cercano a él, pausada sin dejar de enfática, refiere aspectos cotidianos que son parte de la violencia sistémica que ha callado a muchas.

Se habla del contacto como de la austeridad en el gobierno, del orgasmo femenino como del marido que te mereces. El punto es que se confirma que una mujer es educada para agradar al amado; es decir que se reitera la tesis de que la violencia hacia las personas es cultural, heredada en el seno familiar.

El espacio creado por Tania Rodríguez permite que se espíe tanto como que se disfrute cada cambio que realizan los actores. La realización de la escenografía estuvo a cargo de Macedonio e Iván Cervantes, mientras que las persianas son aportación de Tecno Blinds.

El texto ágil y los cambios continuos marcan una constante a lo largo de las más de dos horas que dura la presentación. 

El discurso reiterado de agresión e insultos a los otros también es constante, sea por sexo, condición social y hasta el color de piel, son elementos de discriminación visible independientes del nivel económico. 

Un joven es asesinado y el crimen se pasa por alto. Ante la mentira y la traición solo el espectador es cómplice, pero igual que en la vida real, la audiencia queda callada. Aquí es comprensible porque se trata de una ficción, una interpretación de la vida, sin embargo se podría notar, por el silencio de la sala, que hay un sin número de experiencias reconocidas ante las que no se exclama ni un ¡ay! empático. Si el teatro le permite al espectador un acercamiento con otra forma de ser, bien valdría notar qué pasa en la sala con el silencio de los presentes. Sobra decir que no hay intermedio y que el personaje de Desdémona tiene menos trascendencia que el de Emilia. Así la visión actual y pertinente de los creadores, particularmente de Andrea Salmerón Sanginés quien además de trabajar el texto, se encarga de llevarlo a escena. 

Interesante la solución que dan a los famosos "apartes" del teatro clásico (cuando el actor comparte con el público su pensamiento y nadie más lo oye, solo el público, por eso el nombre de 'aparte'). No corresponden con el texto original, sino que son propuestos por esta versión; el primero es en voz de Otelo (Leonardo Zamudio) cuando refiere su origen o infancia, ahí se oscurece la escena -antes iluminada- y la luz de calles o laterales aportan una atmósfera en penumbras. Los otros que son simpáticos se dan en una junta a través de micrófono. Sucede que están Iago y Otelo, en la reunión de trabajo, cuchichean, llaman su atención y siguen hablando entre sí. Todo perfectamente audible, aún de espaldas a la sala, por el uso de micrófonos. 

Las sospechas presentes en el texto de Shakespeare, se convierten en bromas explícitas, mordaces, que impulsan la indignación en la sala. La presencia de la ignorancia, el compadrazgo, el alcohol y el consumo de drogas se hacen latentes en los personajes; algo común, lo normal en estos días. Resaltan los versos originales (los espíritus celosos son monstruos que se engendran a sí mismos) en franco contraste con el llamado a seguir respirando, pues "mientras escuche tu aliento" sabremos que estás viva o "iría feliz al purgatorio por un buen orgasmo".

La cotidiana agresión entre personas (sea por cultura, nivel escolar, preferencias o lo que sea, algo habrá para motivar odio entre las personas) dan pauta a que los afectos se muestren de forma inconveniente, por lo que la puesta en escena le invita a que se reconcilie con su cuerpo, se encuentre con otra corporeidad y asuma su lugar en la relación basada en el respeto. Las muertas no son muertas,  son asesinadas y esta constante debe de parar.

La imagen final, quizá, sintetiza el bello riesgo que se corre por el solo hecho de ser mujer; lo dicho por un ex presidente recuerda que la impunidad es cotidiana, no por ello perpetua. La producción de esta puesta le aporta un directorio ameno para el tema en el programa de mano, así que consérvelo para su consulta. 

Para terminar, agradecer el apoyo de Raúl Medina y el equipo del Centro Cultural del Bosque por las facilidades otorgadas para la realización de la presente nota en el teatro Isabela Corona. En este teatro encontrará una exposición de pañuelos a cargo de Carolina Jiménez.

AlmaTorices

teatrista

Funciones: jueves, viernes y sábados 19hrs., domingos 18hrs., hasta el 1° de septiembre de 2019

Teatro: Isabela Corona, Eje Central casi esquina con Manuel González, metro Tlatelolco.

Localidad: $150°° general, descuentos habituales.

Duración: 140 minutos

Accesibilidad: Si usa silla de ruedas y llega en auto requiere apoyo para subir algunos escalones para ingresar a las rampas de acceso

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