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Mejor no contestes

 

Autor: Naolli Eguiarte, Alejandro gacría y Emmanuel Varela (a partir del mundo de Raymond Carver)

Director: Emmanuel Varela

Actuación: Diana Sedano, Ricardo Rodríguez, Isaac Pérez Calzada, Natalia Goded y Ramiro Galeana

Te pareces tanto a mi mamá

Sucede que, como ya es tradición, en el teatro El Milagro, encontramos el oasis del teatro en la Ciudad de México. En este teatro usted vera, me atrevo a decir casi-casi siempre (un par de experiencias dudosas me hacen poner el casi, aclaro que han sido dos en los años que tengo visitándolos, mas esto ahora no es el caso), propuestas escénicas profesionales con o sin nombres de famosos aunque si de trayectoria. Ir a El Milagro es garantía de calidad: oficio y profesión.

Cuando uno entra al espacio representacional que está detrás de la barra-bar-cafetería, avanza y llega a las gradas, ahí quedamos de frente a una casa habitación: vemos la sala marrón, el comedor, el refri, la cama y su colcha naranja, arriba los mecates con ropa blanca de cama tendida, una lavadora, debajo de ésta, la tina de baño con su cortina naranja y entre la tina y el comedor está un teléfono de barra horizontal color rojo.

Hasta ahí todo bien. Unos conejos nos dan la bienvenida. Es un empleo al que este tipo de personas pueden acceder, pero ¿quiénes son este tipo de personas que se quedan dentro de una botarga de conejo? Ella parece indefensa, él parece terrorífico, ¿sera?

Cuando entramos ya está el conejo en torno al tubo central, se ve raro. Un conejo suele relacionarse con aspectos positivos, pero este tiene un gesto extraño. Los conejos bailan y salen cuando otro personaje (interpretado por Ricardo Rodríguez) entra a preparar un sándwich. Hay comida real en escena.

En el programa de mano y en la publicidad, notamos que la puesta en escena surge de una narrativa literaria. Dice: a partir del mundo de Reymond Carver. El autor referido es un estadounidense del siglo pasado identificado dentro del realismo sucio, parecido al minimalismo en tanto que busca la reducción de elementos, de ahí que adjetivos sean casi inexistentes, por eso es preciso y parco, deja al contexto el peso del sentido, como en los textos de C. Bukowski o J. Fante.

Cuando un texto con esas características se lleva a escena, el contexto lo marca el espacio, el vestuario, la iluminación tanto como los vestuarios, el maquillaje y el gesto, es decir la expresión corporal cuya fuerza está, por una parte en la honestidad expresiva y por otra en la corporeidad presente (no es el movimiento por él, sino que ‘algo’ llena ese movimiento: miradas, entonaciones e intenciones definen la relación entre los personajes); cuando un texto así llega al escenario se toman decisiones y esta es más que acertada.

El contexto alcohólico no está en la escenografía, ni en los vestuarios y precisamente por eso se resalta el patetismo de la cotidianeidad, del destino implacable que se ensaña contra los personajes ¿Se ensaña? Vemos y creemos una cosa, pero pasa el tiempo, deja de llover, las promesas se desvanecen y en escena el paralelismo entre La Madre y Ana es evidente, incluso Gabriel se lo dice, pero ¿qué hace él ahí? ¿Por qué no se mueve?

En esa miserable cotidianeidad lacerada por el dinero (que no se exalta ni se ve, no es evidente ni la falta ni la sobra), entre esa necesidad afectiva en una infancia perdida, soportados por una relación familiar desquebrajada,  pero unida; en esa miserable cotidianeidad transitan los personajes y cada que los vemos nos vemos. Seres comunes con vidas convencionales que en algún momento presentan un desliz, una situación económica desfavorable, una relación de pareja apenas sujeta por pinzas. Quien parece el abusador resulta ser un muro más donde rebotan las secuelas del alcoholismo no asumido ni tratado.

Amable lector, debe ver esto. Es sencillamente detestable e insoportable, si no fuera por el maravilloso trabajo del equipo actoral; Ricardo Rodríguez representa a Gabriel y nos cae bien aunque no logramos entender sus razones, y eso es lo que nos pone a pensar, por eso mismo su trabajo está logrado en tanto que no busca seducir al público y que lo compadezcan (podría hacerlo porque tiene “tablas”, ahí también la mano del director que los coloca a todos en su justa medida). Mencionaré a Ramiro Galeana que, como Conejo no presenta mayor reto, pero ese único momento en que se quita la máscara y vemos cómo ve a Sofía, es meritorio porque lo hace dentro de la escena.

Sonará burdo, pero si un actor se sube al escenario y en el único momento que tiene en escena no está, se distrae o lo hace mal, es capaz de destruir una parte importante de la trama. Es el caso de Julián, interpretado por el mismo actor que el Conejo, cuando se quita la máscara podemos entender que no sólo él es alcohólico, que no sólo él es el golpeador, ahí podemos ver que sí, tal vez, es el único que cobra conciencia y decide romper con esa situación, tal vez ni siquiera era alcohólico.

La familia, reunida, sigue en lo suyo, ahora sí se despiden, ahora sí será, ahora sí.

Sobresale la interpretación de Diana Sedano, no porque haga dos personajes, que en sí es meritorio con La Madre y Ana, sino porque se compromete con el paralelismo entre los personajes y los hace suyos, quizá demasiado y a sus modos; preciso; la vemos ágil, contenida, mesurada.

Amable lector, debe ver Mejor no contestes, quizá su teléfono suene y sea su familia, quizá a usted le haya pasado y sea prudente que reflexione antes de contestar, otra vez, el teléfono –ahora al alcance de su bolsillo con los celulares-; aproveche los viernes que el costo es general y accesible.  

 

Funciones: jueves y viernes, 20:30hrs., hasta el 31 de marzo de 2017

Teatro: El Milagro. Milán 24, entre Lucerna y General Prim, col. Juárez, cerca MB Hamburdo, metros Revolución e Hidalgo, es la zona de Reforma 222

Localidad: $200°° general, 50% descuento a estudiantes, maestros e INAPAM con credencial vigente, $60°° para los vecinos de la colonia Juárez con credencial del INE / IFE. Los viernes el espectador entrada general $60°°

Accesibilidad: transporte público, no hay estacionamiento ni señores para estacionar carros, la colonia le aporta los lugares para ello, el teatro no cuenta con rampas de acceso, un par de escalones que pueden pasarse con ayuda dado que el ingreso al foro es en el mismo nivel.

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