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El último teatro del mundo

 

Musical de: José Manuel López Velarde

Música: Iker Madrid

Actuación: Paloma Cordero, Mauricio Hernández, Evan Regueira, Iker Madrid, Pablo Rodríguez, Paloma Hoyos.

 

Suena mejor

 

Mágica puesta interdisciplinaria que explota las habilidades de sus creadores en escena: canto, danza, música, expresión corporal y actuación.Así se conjugan talento y oficio para crear un proyecto grande en formato pequeño. Todo cabe, surge, termina y comienza en un automóvil modelo ‘combi’. A usanza del carro de comedias o la carreta mítica de Tespis, la ‘combi’ lo contiene todo.

Objetos, títeres y artefactos magistralmente conceptualizados (y materializados) en escena producen sonidos que cautivan. Cada uno de los intérpretes se presenta en escena, cada uno una luz, un momento, un espacio, cada uno un área y un tono; cuando se completa el equipo se percibe una idea integral. Por una parte, es el recurso en escena y por otra parte la concepción audiovisual que agarra al espectador con un músico en silla de ruedas y una bailarina muda (ni una ni otro lo son, es parte de la ficción); todos en escena maravillosos.

La historia, por demás sencilla, está definida en el programa-postal: “Esta es la historia de Pina, una Catarina en busca de grandeza. Le han dicho que para obtenerla necesita buscar “El último teatro del mundo” y para entrar en él tiene que demostrar que tiene magia de verdad. En el camino se encontrará con varios seres raros que la acompañarán y con una disyuntiva: ¿La fama será esa magia que se necesita?” Para la puesta en escena se emplea un micrófono adherido en cada uno (aún en la bailarina, aunque no habla se usa para los sonios de los instrumentos que toca como la flauta o el cazú), aunque de inicio podría no necesitarse en un espacio de seis por cuatro metros, resulta indispensable para ecualizar las voces con la diversidad de sonidos –orquestación- en escena; el conjunto da vida a Pina, la Catarina y su sueño de no ser lo mismo.

Frente a la combi ocurre todo, también sobre ella y a un lado; lo que se ve se verá en miniatura, lo que tiene un uso, es otra cosa a la vez. El teatro musical sabe que la gente aplaude después de cada número. Ritmos pegajosos y melodías que se quedan en el auditorio facilitan el seguimiento de la escena. La voz de la cantante Paloma Cordero es uno de los atractivos; alterna con tres personajes a su cargo (Cora, la traductora; Pina, la catarina y Maga, la luciérnaga) y participa igual en los movimientos sobre el escenario. Con lo anterior, se resalta que cada uno mueve, coloca, mete o saca los elementos que cada escena requiere como los títeres para mostrar a las catarinas sobre las lechugas o la lámpara mini para representar a la luciérnaga.

“Eso es lo bonito de la fama, si te vuelves famoso, tus amigos también”, dicen en escena con forme avanza el recorrido de Pina hacia El último teatro del mundo. El camino, quizá basado en el cuento europeo “Los músicos de Bremen”, se muestra en escenas que presentan a cada personaje y su intervención para el logro del viaje de Pina al que, por razones diversas, también se suman. Juegos de palabras que se convierten en sello de la puesta, ofrece una posibilidad para el surgimiento de ellas, como “útil” y “chuchería” se convierten en “”utilería”. Suena mejor, afirma el personaje y cada vez tenemos términos usados en los espectáculos escénicos.

Uno de los personajes es un histrión que inventa a sus personajes con los elementos que tienen a la mano bajo la premisa de “por qué ser uno si puedo ser diez mas siempre yo mismo”. Uno de los momentos musicales que dejan en claro el desempeño histriónico sobre la escena y lleva a considerar el trabajo que implicó la realización de cada uno de los objetos que en escena se muestran y que se usan, es decir que  no solo decoran el espacio, sino que cada uno es un instrumento musical o parte de un personaje. Así un sacó que pende al fondo, en un segundo nivel, una especie de fantoche o títere que emplea partes del cuerpo del actor y partes representadas por ropa, en este caso, el saco.

“No quiero soñar lo que no es, quiero ser pequeña otra vez. Se acabó el camino”, dice Pina y la puesta cobra un giro cuando se ha evidenciado la voracidad del productor caza-talentos que toma la necesidad de Pina para llevarla hacia dónde no quiere ir, lejos de sí. “Teatro, no necesariamente es un lugar; cuando al pararse al frente, a contar lo que sientes e invitar a otra persona a mirarse de frente, construye puentes diferentes, encuentras magia” dicen y, parece que se concreta la búsqueda del ser y la finalidad del viaje de Pina. Entre cantos, baile (porque dibuja en el aire con su cuerpo lo que no dice), sorpresa con cada instrumento y la belleza del teatro musical, este de pequeño formato, llega a su fin un singular espectáculo estrenado hace tres años en ese espacio, después de pisar escenarios como el teatro Helénico; un cierre de temporada y de producción después de la cuarta temporada sin más razón que la “combi” ya no da más.

Para finalizar, agradecer el apoyo de Alejandra Ramos para la realización de la presente nota, ya que sin su intervención no hubiere sido posible.

Alma Torices

teatrista

Funciones: última función con la que terminan la trayectoria: domingo 11 de febrero, 2018

Teatro: La teatrería

Localidad: ¿?

Duración: 150 minutos con un intermedio de diez minutos

Accesibilidad: un par de escalones que con ayuda logran el paso de una silla de ruedas a la planta baja. Si asiste en bicicleta debe saber que no hay estacionamiento para ellas por lo que deberá sujetarla a un poste cercano o invadir la reja de algún vecino.

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