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Hasta la China fueron a dar mis

mechas con el ventarrón

Autor: Amos Oz

Director, traducción, adaptación y musicalización: Otto Minera (Sistema Nacional de Creadores)

Actuación: Zaide Silvia

¿Qué hice mal?

 

Reflejo de una idiosincrasia fatal para la equidad urgente es este siglo. Dentro de la sala Xavier Villaurrutia, del Centro Cultural del Bosque, escuchamos una versión antigua del bolero Alma mía. La ambientación es amable, el escenario está a vista del espectador con una luz cenital (de arriba hacia abajo, recta) sobre una silla, recubierto por un piso vinil a cuadros blanco negro sobre el que están diversos objetos como zapatos al centro en el primer plano o un florero con flores de tela en la parte de atrás, una pila de periódicos con una revista, una bata de baño y una gabardina, un perchero, un cuchillo dentro de una base, objetos todos que usa en escena (salvo el total de los zapatos).

De inicio vemos al personaje llegar a la escena en el ojo del huracán, ensimismado en sus pensamientos hipotéticos; la actriz camina en círculos alrededor  de la silla en sentido contrario del reloj, quizá marca la reiteración como el viaje al pasado continuo. Entre saltos de pensamiento de una idea a otra sin sentido, el personaje de Toña discurre entre las posibilidades de un hecho: “pero qué puedo hacer, Toña, no es por ti, es por ella”, parte de la frase con que se entera, un domingo, que su marido la deja.

Una decisión en cadena con otras de las que Toña no es consciente ni responsable; ella ignoró las llegadas tarde a casa, la presencia de perfume en la ropa, la no relación de años –y costumbre- la minimización de la persona dentro de la relación donde solo el rol trasciende. Una relación de tiempo atrás fracturada o construida sobre el silencio y aceptación de ella que solo se pregunta ¿qué hizo mal? Quizá la falta de honestidad ante el no placer con su marido, quizá la indiferencia ante el problema de hígado que producía el mal aliento, quizá el silencio y la sumisión sean bastantes para aniquilar la vida propia. Pero después de tantos años, de una vida así, ¿qué puede hacer ahora Toña con sus cincuenta años en el umbral del divorcio? Tal vez a usted le sea conocido el momento independientemente de la edad que tenga, algún desamor habrá vivido y, tal vez, se ha parado el tiempo en tremendas disertaciones que abarcan posibilidades… Así vemos a Toña en imágenes sugerentes, como el derroche de pañuelos desechables hasta que cae en llanto, en un continuo cortarse las venas y autoso meterse al momento de tortura con toques de lucidez como aceptar que no era feliz sexualmente: “dejaré de fingir que me venía”

La escena se lleva con la precisión del trazo ejecutado por Zaide Silvia en coordinación con momentos musicales que nos llevan de la carcajada a la compasión. Durante el vaivén, el espacio se desordena y la silla se desarma, con su caída el final que no cae por la presencia previa de oscuros, entonces amablemente aplaude alguien del equipo y todos los demás presentes, aplauden. El trabajo actoral sin duda es valioso, el discurso podría cansar si se deja en que es un pensamiento propio de una mujer cincuentona de clase social congruente con ver la televisión por la mañana (sin empleo, ama de casa); no obstante la presencia de algunos jóvenes en la sala podría confirmar que se trata de un momento de duelo en que la mente viaja por placer de hallar posibles situaciones invisibles con tal desenlace.

Se podría sugerir que el público ideal es aquel que tenga una situación cercana para que observe cómo el pensamiento cuadra una serie de proposiciones que carecen de sentido y le ayude a desengancharse de una relación que ya terminó.

Los cambios de vestuario son mínimos y son durante la escena. En momentos el personaje toma conciencia y halla cabos sueltos que, tal vez, a usted le sirvan: ¿Egoísmo, generosidad o las dos cosas?; no  me va a servir de nada saber, pero me gustaría; me gustaría saber cómo es eso del amor verdadero, nada más para conocerlo, ¿y qué tiene de malo vivir sola? A mis hijos qué les voy a decir yo, qué les diga él. Y ya no quiso hablar más conmigo. Así Toña va y viene, entre la cocina, la cama, las compras y el café, la revista que le aconseja y las sospechas que le despiertan las demás mujeres en la calle. Sea parte de la complicidad con la mente de un personaje que se perdió en una relación y lo nota cuando ésta termina.

Para concluir la presente nota, agradecer el apoyo de los responsables de medios del Centro Cultural del Bosque por las facilidades otorgadas para la realización de la presente nota.


Alma Torices

teatrista

Funciones: lunes y martes, 20hrs., hasta el 24 de abril de 2018

Teatro: Sala Xavier Villaurrutia, Centro Cultural del Bosque, Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n, metro Auditorio, atrás del Auditorio Nacional.

Localidad: $150°°

Duración: 60 minutos.

Accesibilidad: cerca está el metro y Reforma provee diversas rutas de trasporte público, cerca hay estacionamiento (cuesta $75°° o bien llegar muy temprano –eso quiere decir más de dos horas antes de la función- y pasar primero, por si alcanza lugar en el estacionamiento. El teatro cuenta con una escalera para acceder al foro por lo que requerirá ayuda en caso de ir en silla de ruedas y sin problema subir en caso de muletas porque es ancha, dentro de la sala hay rampa. Los sanitarios también están en la planta superior.

Adicional: La cafetería Inna, única en la zona, le cobra el café como ‘chico’ si usted lleva su termo o taza aun que sea de tamaño mediano o grande, así que, aproveche y apoye la eliminación de residuos desechables con responsabilidad en su consumo. Las últimas fotografías muestran la promoción así como parte de la carta que puede degustar ahí.

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